Mujer y medio ambiente: los caminos de la visibilidad. Utopías, educación y nuevo paradigma (coord. María Novo) [Entrega 7]

- ¿Qué visión de la vida nos proponen los defensores de la naturaleza?

Se dice que la naturaleza no tiene voz (y algunos pensamos que sí la tiene, sólo que es preciso mucho tiempo y silencio para escucharla...). Sea como fuere, lo cierto es que, por fortuna, en la segunda mitad del siglo XX han florecido miles de movimientos ecologistas y ambientalistas para dar a esa naturaleza callada su voz, para reivindicar, en su nombre, un tratamiento justo para los bienes de la Tierra.

Entre los primeros defensores del planeta se sitúa Aldo Leopold, un ingeniero forestal y ecólogo estadounidense que dio origen a la 'ética ecológica', uniendo sus observaciones naturalistas con una profunda reflexión axiológica sobre las relaciones entre los seres humanos y la biosfera. De Leopold aprendimos la idea de la "comunidad biótica" como una "comunidad de intereses" (1). Esa comunidad aglutina a hombres y mujeres junto con todos los seres vivos del planeta. Entenderla como una comunidad de intereses significa aceptar, al fin, que todos viajamos en el mismo barco y que, en definitiva, nos une 'un interés común: el mantenimiento de la vida sobre la Tierra'.

Las consideraciones de Leopold tienen un alcance ecológico y ético importante, pues no sólo nos presentan a la Tierra como un sistema complejo y dinámico en el que la especie humana interacciona constantemente con el resto (y depende de esas interacciones para vivir), sino que también se extienden al plano moral, al afirmar que "una cosa es justa cuando tiende a conservar la integridad, la estabilidad y la belleza de la comunidad biótica; es equivocada cuando se inscribe en una tendencia distinta" (2) y, de ese modo, establecen 'nexos morales' entre las personas y el resto del mundo vivo no humano.

Los planteamientos de Leopold se prolongaron históricamente por miríadas de pensadores (3) que, desde el terreno ecológico y desde el ámbito social, defendieron de forma argumentada la necesidad de avanzar mediante modelos de desarrollo que no dañasen irreversiblemente los bienes naturales, viviendo más bien de los "intereses" de estos bienes que de destruir el "capital ecológico", y practicando el principio de equidad en la distribución del acceso a tales recursos.

(Notas):

(1) Leopold, A. (1949): 'A Sand County Almanac', Oxford University Press, Nueva York (EE.UU.).

(2) Ibídem.

(3) Imposible citar siquiera a la mayoría. Me vienen a la mente los nombres de Rachel Carson, E. F. Shumacher, Karl W. Kapp... y, más recientemente, los de Joel de Rosnay, Odum, Margalef, Johan Galtung, Herman Daly...

(María Novo, Catarata)