Se inventaron una "transición pacífica", bien pagados con el dinero del Estado -subvenciones y publicidad institucional-, y la complicidad de una izquierda vendida al capitalismo
Los tigres de papel de la reforma del franquismo: Cebrián y Pedro J.
Con el dinero que les regalaba a manos llenas el Estado se convirtieron en los principales propagandistas de los dos grandes partidos: el PSOE y el PP
De igual manera que el Sistema de la Transición franquista diseñó, bajo la égida de la CIA y de los servicios secretos europeos, especialmente los alemanes, dos grandes partidos, PP y PSOE, el gabinete de prensa, el buró de la prensa escrita del franquismo reformado, fue dividido en dos partes también, uno del PSOE (El País) y otro del PP (El Mundo). No fue fácil llegar a ese acuerdo y como le ocurrió al diseño de los dos grandes partidos, que tardó en cuajar casi diez años, desde 1977 hasta 1985, en que ya se hundió la UCD y se fraguó el PP, hubo variadas disputas internas entre los periodistas que aspiraban a la hegemonía del papel hasta que a finales de la década de los 80, con el nacimiento de "El Mundo" quedó diseñado el sancta sanctórum del periodismo de papel. Atrás quedaban las víctimas de la batalla: el ex director de "Pueblo", Emilio Romero, el monárquico Luis María Ansón, el editor de ABC, Luca de Tena, el fundador de "Cambio" y "Diario 16", Juan Tomás de Salas, el diario de la Iglesia, "Ya".
Entre todos ellos sólo dos claros vencedores, Juan Luis Cebrián, Juanli para los amigos, y Pedro J. Ramírez, los dos tigres de papel de la Transición que pasan en estos momentos por graves problemas derivados de la caída en picado de la credibilidad de sus dos periódicos y la falta de las ayudas multimillonarias que han recibido durante su existencia por parte del Gobierno de turno, tan grandes como las que se otorgaron a sindicatos o asociaciones empresariales, los banqueros, las grandes empresas y en general todo el sistema económico y financiero. Ni siquiera en sus mejores momentos, ninguno de los dos periódicos consiguió cubrir ni la mitad de sus gastos generales con la venta de los diarios. El resto de los ingresos tenían que proceder de la publicidad, especialmente la institucional, y de otras ayudas oficiales, primero relacionadas con el coste del papel, y luego en otras formas, como los cursos de formación o las ayudas a la renovación tecnológica, además de rebajas de impuestos, como se le ha escapado en alguna ocasión al lenguaraz ministro de Hacienda del PP, Cristóbal Montoro.
Juan Luis Cebrían, hijo de uno de los jefes de la prensa del franquismo, hizo sus primeros pinitos a la sombra de Emilio Romero en "Pueblo" de donde salió para encabezar con la familia de la Serna, dueña de "Informaciones" (el único periódico que nunca dio la noticia de la derrota alemana), el primer intento de reforma de la prensa franquista, auspiciada por la gran banca que fue la que sostuvo en todo momento el diario que, gracias a este escudo protector, nunca tuvo que hacer frente a los rigores de la censura o a la persecución policial, como le ocurrió al diario "Madrid", cerrado cuando sus dirigientes, Antonio Fontán y Rafael Calvo Serer (miembro del Opus Dei), cercanos a Juan de Borbón, el padre de Juan Carlos, intentan convertirlo en el referente de la reforma franquista sin el permiso de los duros del régimen, Manuel Fraga o Carrero Blanco. Otros periódicos abiertos por miembros del Opus Dei, como "Nuevo Diario", también sufrieron los ataques del ala falangista del régimen, sin que pudieran cuajar como alternativa periodística.
El único diario reformista franquista permitido fue el que dirigía en la sombra -porque el director nominal era Jesús de la Serna- Juan Luis Cebrián que siempre mantuvo una animadversión hacia la oposición comunista que se había levantado contra Franco, hasta que llegó, incluso, poco antes de la muerte del dictador a despedir a varios miembros de Comisiones Obreras que se habían organizado en los talleres de "Informaciones". Sus contactos iban más dirigidos hacia los grupos reformistas del régimen, con claros contactos con la Secretaría General del Movimiento, donde destacaba entonces un curioso personaje llamado Fernando Herrero Tejedor, enfrentado al ultraconservador José Solís, que murió en un oscuro accidente de automóvil en junio de 1975, poco antes de la muerte de Franco. Herrero Tejedor estaba muy cercano al entonces príncipe heredero de Franco, Juan Carlos de Borbón, y fue el hombre que "descubrió" a Adolfo Suárez, al que le nombró su secretario personal y finalmente vicesecretario general del Movimiento.
Detrás de Juan Luis Cebrián estaba toda la "acorazada brunete" del franquismo: comenzando por los banqueros y los March, la familia que contrató el avión que llevó a Franco al norte de África para su sublevación. El otro gran apoyo de Juanli fue Pío Cabanillas, un hombre de Manuel Fraga, nombrado ministro de Información en el último gobierno de Franco y fundador del primer Partido Popular, con el ex ministro de Exteriores, José María de Areilza. Acabó metiéndose en UCD con Suárez, pero luego retornó a la derecha dura con la recreación del PP de Fraga y Aznar.
Fue con Pío Cabanillas cuando Cebrián intentó su jugada más fuerte, en 1974, pidiéndole dirigir los servicios informativos de Televisión Española, pero tras varios meses en el cargo su jefe Pío Cabanillas fue destituido y con él su equipo. De vuelta a "Informaciones" es cuando planea ya el cambio que había de convertirle en el mandamás de la prensa, su entrada en el proyecto de "El País", que en principio iba a dirigir un hombre de Fraga, pero Cebrián, en una audaz maniobra que le llevó a visitar "en secreto" al ex ministro de Propaganda de Franco, entonces flamante embajador en Londres, le birla el puesto a Carlos Mendo. Allí se decide la creación de "El País" y se conforman las principales líneas informativas de lo que sería la transición del franquismo hacia un régimen que les permitiera entrar en Europa. La segunda pata del periódico fue Jesús Polanco, el hombre que había conseguido convencer al ministro franquista de Educación de que diera a su editorial Santillana el cuasi monopolio de los libros de texto que habían de comprar los alumnos de enseñanza media y bachillerato, incluidos los de la "Formación del espíritu nacional" fascista. La tercera, la ponían los bancos que habían abandonado el barco de "Informaciones" para subirse al nuevo transatlántico.
Curiosamente, una de las personas que más hizo por Cebrián en el campo financiero, Rafael Pérez Escolar, el hombre encargado por los banqueros para financiar ambos periódicos, sería finalmente vituperado por "El País" cuando intentó oponerse a que Emilio Botín se quedara con el banco como ocurrió en 1994. Roma no paga traidores.
La cuarta pata, como ya hemos dicho la ponía el Estado llenando las páginas del diario con publicidad institucional.
Para hacer el periódico oficial de la reforma franquista se rodeó de toda una caterva de jóvenes periodistas procedentes de las más diversas ideologías de izquierda, como por ejemplo, Joaquín Estefanía, alineado con el izquierdista Partido del Trabajo (PTE), que tan pronto entró a las órdenes del "jefe" se olvidó de la revolución agraria, para "descubrir" que en realidad se trataba de una idea retrógrada. Hubo otros procedentes del PCE de Carrillo y de grupos troskistas y anarquistas. La primera misión de estos personajes tanto en "El País" como en los otros medios de comunicación, incluida la RTVE cuando la tomó el PSOE y puso a María Antonia Iglesias a dirigir los informativos, fue impedir e incluso echar a los periodistas "izquierdistas" que no aceptaban la reforma del franquismo.
Cuando Fraga perdió el tren de la reforma franquista frente a Adolfo Suárez, Cebrián tuvo que maniobrar de nuevo para colocarse con los vencedores y para ello se valió tanto de Martín Villa, el ministro de Interior, como de Juan José Rosón, gobernador civil de Madrid y posteriormente sustituto del anterior en el Ministerio.
Juan Luis Cebrián tenía bien claro que tenía que convertir a "El País" en el periódico del nuevo régimen y que para ello debía seguir adaptándose a las circunstancias muy cambiates de la reforma del franquismo, así que igual que dejó a Fraga cuando fracasó en su intento de dirigir esa reforma, se pasó a Suárez y de la misma manera, tras el intento de golpe de estado del rey Juan Carlos y algunos generales, el 23 de febrero de 1981, no dudó ni un segundo en conseguir los contactos necesarios para convertirse en uno de los asesores áulicos de la nueva estrella emergente, Felipe González, una vez que el dirigente del PSOE renunció a Marx, se comprometió a dejar a España en la OTAN y recibió el visto bueno del Gobierno norteamericano. A partir de ese momento, "El País" se convirtió en el periódico del nuevo régimen, como lo había sido el ABC en el franquismo.
Para conseguir acercarse a Felipe González, Cebrián tenía que acabar con el otro periódico que había nacido al mismo tiempo que "El País", fundado por Juan Tomás de Salas, un hombre alineado con los socialistas y que tenía a su favor el haber mantenido durante los últimos años del franquismo una revista de éxito, "Cambio 16". El "socialista" Tomás de Salas creyó que podía vencer al "franquista" Cebrián, pero no solo no fue así, sino que poco a poco fue viendo cómo los sucesivos gobiernos de UCD y también el lider del PSOE, Felipe González, se inclinaban por apoyar a "El País", mientras "Diario 16" era relegado poco a poco tanto en las preferencias informativas como en las dádivas económicas. De nada le valieron a Tomás de Salas su operación de convertir a los Grapo en un movimiento de la ultraderecha, intentando desprestigiar la resistencia armada a la reforma, lo que le valió que la gente le cambiara el nombre al diario por el de "Grapo 16", dada su obsesión por el tema.
Todo eso hizo que a partir de 1980, con un periódico en práctica bancarrota, Tomás de Salas intentara dar un giro copernicano fichando al cronista político del ABC, el derechista Pedro José Ramírez, como nuevo director. Un periodista que no había trabajado en el franquismo -acabó la carrera en 1973 y se marchó a Estados Unidos- y que soñaba con hacerse famoso, al estilo norteamericano, consiguiendo descubrir un "caso Watergate" en España como el que había vivido en parte durante su estancia en Pensilvania con la caída del presidente Richard Nixon.
Lo intentó nada más llegar a la dirección de "Diario 16" tratando de sacar tajada informativa del golpe de Estado del 23-F de 1981, consiguiento que uno de los golpistas se querellara contra él y que le quitaran la credencial para entrar en la sala del juicio. Por esas misas fechas se lanzó a un duro ataque de talante totalmente amarillista contra el ex presidente de Rumasa, José María Ruiz Mateos, acusándole de haberse "fugado" a Jamaica con la mujer de José María Sabater, uno de sus colaboradores. El Supremo le condenaría a la pena de inhabilitación para ejercer el periodismo por injuriar a Ruiz Mateos y meterse en su vida sexual personal. Años más tarde, cuando los condenados por los GAL le grabaron practicando sexo duro con Exuperancia Rapú, Pedro J. Ramírez pondría el grito en el cielo protestando por la invasión de su vida personal.
El tema de la guerra sucia de los GAL fue, sin duda, el momento culminante de la carrera de director de "Diario 16" de Pedro J. Ramírez, apuntando directamente -y con toda la razón- a Felipe González. Sin embargo, Tomás de Salas, hundido económicamente y sin ningún apoyo, temió que el enfrentamiento con el Gobierno socialista diera la "puntilla" al diario, lo que provocó la salida del director que, enseguida, consiguió el apoyo de un grupo de políticos y empresarios, para fundar un nuevo periódico, a los que prometió, en 1989, acabar con la hegemonía del PSOE, que llevaba ya dos legislaturas ganando las elecciones e iba a por la tercera. Punto fundamental para el arranque de "El Mundo" fue tanto la recreación del Partido Popular, como que Manuel Fraga -al que no le gustaba que usara el tema de los GAL para atacar al PSOE- dejara paso al nuevo líder de la derecha, José María Aznar, del que enseguida Pedro J. se convertiría en su mejor propagandista.
La victoria de Aznar en 1996 fue considerada un éxito de Pedro J. Ramírez que, enseguida concibió la idea de asaltar el "búnker" de Cebrián reclamando al nuevo presidente del PP que le diera una televisión para competir con Canal Plus, cosa que consiguió a medias con el apoyo de su amigo en Telefónica, Juan Villalonga, que montó Vía Digital. Pero cuando vio que ni uno ni otro daban el golpe de gracia a "El País" se revolvió contra Villalonga consiguiendo su cabeza, lo que aumentó su imagen de "killer". Ya anteriormente había sufrido un trato parecido su antaño amigo Mario Conde, que le había ayudado a fundar "El Mundo" y del que hizo leña del árbol caído.
Y "como a todo cerdo le llega su San Martín", que dice el dicho sabio popular, finalmente, como le ha ocurrido a Cebrián, la pérdida de prestigio, la piscina de su real casa de Mallorca en plena zona protegida, su campaña para hacer a ETA culpable de los atentados del 11 de marzo de 2004, su fracasado intento de eliminar de la presidencia de Telefónica a César Alierta -lo que dio pie a que se hablara ya de su caída- la huída de los lectores y sobre todo, la pérdida de las sacas de millones procedentes de la publicidad institucional, debido a la crisis, y la pérdida de los recursos financieros, han posibilitado que los cadáveres que dejó por el camino se hayan vengado con su destitución por sorpresa el 2 de febrero de 2014.
Hoy, Cebrián está en manos de un fondo buitre norteamericano, que ha despedido a cientos de trabajadores, y Pedro J. está tratando de salvar la cabeza sabiendo que si la saca se la van a cortar y de valiente tiene bien poco, como finalmente se verá.
(Rafael Gómez Parra, El Otro País De Este Mundo)